Reconocido militante estalinista y líder anticlerical de Cuba. Pionero del Partido Comunista en la isla.
Historias verídicas cubanas – Atentado en el Cobre cap 8 pag. 20
Marinello parecía devorar el espacio con sus ojos saltones. Llevaba traje oscuro de hilo a rayas, camisa y corbata. Un nevado de canas indomables se elevaba sobre sus sienes como llamas. Observando al público, midiendo bien sus palabras, así comenzó Marinello aquella noche: —¡Buenas noches compañeros! Con respecto a lo que el camarada Blas Roca señaló hace un momento, es muy conveniente recalcar que los organismos obreros al aspirar a posiciones políticas deben volverse antirreligiosos en todos sus extremos para no traer divisionismo en nuestras organizaciones y para que sea en el porvenir una sola idea la que marche como guía. En los largos años de experiencia en el partido, Juan Marinello había aprendido una serie de trucos que usaba en su escalada política con tediosa regularidad. Siempre fabricaba puentes, porque no era un sujeto que se sintiera cómodo marchando solo. Se había vuelto aficionado a comenzar siempre del mismo modo: «Como el camarada fulano señaló... como el compañero mengano afirma...» pues así el tal fulano o el tal mengano, halagados de esta forma siempre recordaban su favor y estaban dispuestos a retribuírselo con la misma fingida adulación.